Nuestra poeta de hoy :Aída Cartagena Portalatín
Doña Aída nació en Moca en 1918. Falleció en Santo Domingo, el 3 de junio de 1994.
Doctora en humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), realizó un postgrado en París en Museología y Teoría de la Artes Plásticas. Formó parte del grupo de "La Poesía Sorprendida". Fue una reconocida catedrática. En 1965 fue designada Consejera de la UNESCO en París. Participó como jurado del Premio Casa de las Américas en 1977. Es una de las poetas destacada, de vuelos líricos notables; su poesía, superior a su prosa, consta en varias antologías. Su mayor preocupación fue el ser humano y sus limitantes en el disfrute de la libertad. Sus primeras publicaciones fueron a través de la Poesía Sorprendida y los Cuadernos Dominicanos de la Cultura. Ganó la fama a partir de su poema Una Mujer está Sola en 1953, creando luego la revista Brigadas Dominicanas y la serie de cuadernos conocida como Colección Baluarte. En ambas se abría un espacio para la literatura crítica que exigía la sociedad de entonces.
Una
Mujer está Sola
Una
mujer está sola. Sola con su estatura.
Con los ojos abiertos. Con los brazos abiertos.
Con el corazón abierto como un silencio ancho.
Espera en la desesperada y desesperante noche
sin perder la esperanza.
Piensa que está en el bajel almirante
con la luz más triste de la creación.
Ya izó velas y se dejó llevar por el viento del Norte
con la figura acelerada ante los ojos del amor.
Una mujer está sola. Sujetando con sus sueños sus sueños,
los sueños que le restan y todo el cielo de Antillas.
Con los ojos abiertos. Con los brazos abiertos.
Con el corazón abierto como un silencio ancho.
Espera en la desesperada y desesperante noche
sin perder la esperanza.
Piensa que está en el bajel almirante
con la luz más triste de la creación.
Ya izó velas y se dejó llevar por el viento del Norte
con la figura acelerada ante los ojos del amor.
Una mujer está sola. Sujetando con sus sueños sus sueños,
los sueños que le restan y todo el cielo de Antillas.
Seria
y callada frente al mundo que es una piedra humana,
móvil, a la deriva, perdido el sentido
de la palabra propia, de su palabra inútil.
Una mujer está sola. Piensa que ahora todo es nada
y nadie dice nada de la fiesta o el luto
de la sangre que salta, de la sangre que corre,
de la sangre que gesta o muere en la muerte.
Nadie se adelanta ofreciéndole un traje
para vestir una voz que desnuda solloza deletreándose.
Una mujer está sola. Siente, y su verdad se ahoga
en pensamientos que traducen lo hermoso de la rosa,
de la estrella, del amor, del hombre y de Dios.
móvil, a la deriva, perdido el sentido
de la palabra propia, de su palabra inútil.
Una mujer está sola. Piensa que ahora todo es nada
y nadie dice nada de la fiesta o el luto
de la sangre que salta, de la sangre que corre,
de la sangre que gesta o muere en la muerte.
Nadie se adelanta ofreciéndole un traje
para vestir una voz que desnuda solloza deletreándose.
Una mujer está sola. Siente, y su verdad se ahoga
en pensamientos que traducen lo hermoso de la rosa,
de la estrella, del amor, del hombre y de Dios.