Anne Frank, una niña muy especial...
"Cuanto más callada y seria estoy por dentro, tanto más bulliciosa me
pongo por fuera. ¿Quién será el primero en descubrir mi coraza y
perforarla?"
El 12 de marzo de 1945 muere Anne Frank.
Anne fue una niña de origen judío, que es conocida en todo el mundo por la publicación de su diario (El diario de Anne Frank) hecha por su padre después de su muerte, Anne tenía solo 14 años cuando murió en un campo de concentración y exterminio.
Para saber más sobre la vida de esta increíble niña accede a la historia de su vida en el siguiente enlace: Anne Frank
Aquí te dejo un fragmento de su diario, tenía solo 13 años cuando escribió a su diario (al cual llamaba Kitti) lo siguiente:
FRAGMENTO DEL DIARIO DE ANA FRANK
Miércoles, 23 de febrero de 1944
Mi querida Kitty:
Desde
ayer hace un tiempo maravilloso fuera y me siento como nueva. Mis
escritos, que son lo más preciado que poseo, van viento en popa. Casi
todas las mañanas subo al desván para purificar el aire viciado de la
habitación que llevo en los pulmones. Cuando subí al desván esta mañana,
estaba Peter allí, ordenando cosas. Acabó rápido y vino adonde yo
estaba, sentada en el suelo, en mi rincón favorito. Los dos miramos el
cielo azul, el castaño sin hojas con sus ramas llenas de gotitas
resplandecientes, las gaviotas y demás pájaros que al volar por encima
de nuestras cabezas parecían de plata, y todo esto nos conmovió y nos
sobrecogió tanto que no podíamos hablar. Peter estaba de pie, con la
cabeza apoyada contra un grueso travesaño, y yo seguía sentada.
Respiramos el aire, miramos hacia fuera y sentimos que era algo que no
había que interrumpir con palabras. Nos quedamos mirando hacia fuera un
buen rato, y cuando se puso a cortar leña, tuve la certeza de que era un
buen tipo. Subió la escalera de la buhardilla, yo lo seguí, y durante
el cuarto de hora que estuvo cortando leña no dijimos palabra. Desde
el lugar donde me había instalado me puse a observarlo, viendo cómo se
esmeraba visiblemente para cortar bien la leña y mostrarme su fuerza.
Pero también me asomé a la ventana abierta, y pude ver gran parte de
Amsterdam, y por encima de los tejados hasta el horizonte, que era de
un color celeste tan claro que no se distinguía bien su línea. Mi querida Kitty:
-Mientras exista este sol y este cielo tan despejado, y pueda yo verlo -pensé-, no podré estar triste.
Para todo el que tiene miedo, está solo o se siente desdichado, el mejor remedio es salir al aire libre, a algún sitio en donde poder y estar totalmente solo, solo con el cielo, con la Naturaleza y con Dios. Porque sólo entonces, sólo así se siente que todo es como debe ser y que Dios quiere que los hombres sean felices en la humilde pero hermosa Naturaleza.
Mientras todo esto exista, y creo que existirá siempre, sé que toda pena tiene consuelo, en cualquier circunstancia que sea. Y estoy convencida de que la naturaleza es capaz de paliar muchas cosas terribles, pese a todo el horror.
¡Ay!, quizá ya no falte tanto para poder compartir este sentimiento de felicidad avasallante con alguien que se tome las cosas de la misma manera que yo.
Tu Ana
P. D. Pensamientos: A Peter.
Echamos de menos muchas, muchísimas cosas aquí, desde hace mucho tiempo, y yo las echo de menos igual que tú. No pienses que estoy hablando de cosas exteriores, porque en ese sentido aquí realmente no nos falta nada. No, me refiero a las cosas interiores. Yo, como tú, ansío tener un poco de aire y de libertad, pero creo que nos han dado compensación de sobra por estas carencias. Quiero decir, compensación por dentro. Esta mañana, cuando estaba asomada a la ventana mirando hacia afuera, mirando en realidad fija y profundamente a Dios y a la Naturaleza, me sentí dichosa, únicamente dichosa. Y, Peter, mientras uno siga teniendo esa dicha interior, esa dicha por la Naturaleza, por la salud y por tantas otras cosas; mientras uno lleve eso dentro, siempre volverá a ser feliz.
La riqueza, la fama, todo se puede perder, pero la dicha en el corazón a lo sumo puede velarse, y siempre, mientras vivas, volverá a hacerte feliz.
Intentalo tú también, alguna vez que te sientas solo y desdichado o triste y estés en la buhardilla cuando haga un tiempo tan hermoso. No mires las casas y los tejados, sino al cielo. Mientras puedas mirar al cielo sin temor, sabrás que eres puro por dentro y que, pase lo que pase, volverás a ser feliz.
Para todo el que tiene miedo, está solo o se siente desdichado, el mejor remedio es salir al aire libre, a algún sitio en donde poder y estar totalmente solo, solo con el cielo, con la Naturaleza y con Dios. Porque sólo entonces, sólo así se siente que todo es como debe ser y que Dios quiere que los hombres sean felices en la humilde pero hermosa Naturaleza.
Mientras todo esto exista, y creo que existirá siempre, sé que toda pena tiene consuelo, en cualquier circunstancia que sea. Y estoy convencida de que la naturaleza es capaz de paliar muchas cosas terribles, pese a todo el horror.
¡Ay!, quizá ya no falte tanto para poder compartir este sentimiento de felicidad avasallante con alguien que se tome las cosas de la misma manera que yo.
Tu Ana
P. D. Pensamientos: A Peter.
Echamos de menos muchas, muchísimas cosas aquí, desde hace mucho tiempo, y yo las echo de menos igual que tú. No pienses que estoy hablando de cosas exteriores, porque en ese sentido aquí realmente no nos falta nada. No, me refiero a las cosas interiores. Yo, como tú, ansío tener un poco de aire y de libertad, pero creo que nos han dado compensación de sobra por estas carencias. Quiero decir, compensación por dentro. Esta mañana, cuando estaba asomada a la ventana mirando hacia afuera, mirando en realidad fija y profundamente a Dios y a la Naturaleza, me sentí dichosa, únicamente dichosa. Y, Peter, mientras uno siga teniendo esa dicha interior, esa dicha por la Naturaleza, por la salud y por tantas otras cosas; mientras uno lleve eso dentro, siempre volverá a ser feliz.
La riqueza, la fama, todo se puede perder, pero la dicha en el corazón a lo sumo puede velarse, y siempre, mientras vivas, volverá a hacerte feliz.
Intentalo tú también, alguna vez que te sientas solo y desdichado o triste y estés en la buhardilla cuando haga un tiempo tan hermoso. No mires las casas y los tejados, sino al cielo. Mientras puedas mirar al cielo sin temor, sabrás que eres puro por dentro y que, pase lo que pase, volverás a ser feliz.