El ratoncito Pérez
es un personaje de leyenda muy popular entre los niños
hispanoamericanos y españoles. Al igual que el hada de los dientes de
los países de habla inglesa, cuando a un niño se le cae un diente lo
coloca debajo de la almohada mientras duerme y, según la tradición, este
personaje se lo cambia por un regalo. Esta tradición es prácticamente
universal aunque adopta formas diversas en distintas culturas. Se le
reconoce como "Ratoncito Pérez" en los países hispanohablantes, con la
excepción de algunas regiones de México y Chile en donde se le dice "el
Ratón de los Dientes" y en Argentina, Venezuela, Uruguay y Colombia
simplemente "El Ratón Pérez". En Francia se le llama "Ratoncito" (la petite souris),
en Italia se le conoce como "Topolino", "Topino" (Ratoncito) o "Fatina"
(Hadita) y en los países anglosajones este papel lo encarna el "Hada de
los dientes" (Tooth Fairy).
Origen en España
“El
rey niño Buby I colocó su diente debajo de la almohada, como es
costumbre hacer, y esperó impaciente la llegada del ratoncito. Ya se
había dormido cuando un suave roce lo despertó.”
El
Padre Coloma describe así el encuentro del pequeño rey protagonista del
cuento con el Ratón Pérez, pero…, de qué cuento estamos hablando? Todos
conocemos la leyenda del ratoncito Pérez incluso todos alguna vez hemos
puesto con gran ilusión un diente debajo de la almohada esperando
impacientes el regalo que este entrañable personaje nos hubiese dejado.
Lo que no conocíamos era que este famoso ratoncito de autor anónimo y de
tiempo inmemorable, tuviese un origen, un nombre y unos apellidos.
El
ratón vivía con su familia dentro de una gran caja de galletas, en el
almacén de la entonces famosa confitería Prats, en el número ocho de la
calle del Arenal, en el corazón de Madrid, a unos cien metros del
Palacio Real. El pequeño roedor se escapaba frecuentemente de su
domicilio y, a través de las cañerías de la ciudad, llegaba a las
habitaciones del pequeño rey Bubi I (Alfonso XIII) y las de otros niños
más pobres que habían perdido algún diente, despistando a los gatos, que
siempre estaban al acecho.